viernes, 19 de marzo de 2010

Cat.

Me siento como un naúfrago rescatado por un tiburón. Sabes que, mientras sigas prendido a su aleta, no te ahogarás, pero en cualquier momento puede darse la vuelta y darte una dentellada... y temes y odias al tiburón, porque dependes de él, porque no puedes abandonarlo, pero lo siento, amigo, no había amables delfines cerca para salvarte. Esto es todo lo que hay. Muerte y dolor.







Dos velas para el diablo. Pag 262.

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